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miércoles, 23 de junio de 2010

En camino


                 Un aullido se fragmenta
                atravez de las sombras
                 donde los hombres
                 no habitan 
                donde no pertenecen
                Se derrite de la luna
                 Hasta sus orejas
                 paradas en punta
                aulla su respuesta
                  al cielo
                 haciendola humo
                 asciende
                 Oye el llamado
                  La distancia es mucha
                 sus patas van acumulando
                 pasos inciertos
                  dejando rastros de olvido
                 Se detiene
                  ve la luna
                  acecha la brisa
                  lame sus heridas
                  se acurruca
                  en la oscuridad
                    se protege
                  de sueños 
                   desarticulados
                  vomito de azhar
                   Despojos calcinados
                  lo llaman 
                   fuera del camino
                   lo tientan
                    se muestran.
       

Dos días sin ti

Por que tomo tus palabras y las acomodo en el lado vacio de mi cama
mientras escucho tus canciones que saben a ti, que hablan de ti
por que tomo el cel con desesperacion
esperando vibre tu llamada, 
no hay na da fuera de mi pensamiento, solo tu
como pudiste pintar todo con tu nombre
como puedes impregnar este cuarto con tu sonrisa felina
como puedes brillar con tanta fuerza
que todo oscurece bajo tu sombra
como arrebatas mis emociones del
lugar donde se esconden
como te digo que te necesito, con palabras nuevas
como sera verme en tus ojos
como sera respirarte, abrazarte y besarte como???
por que te extraño tanto
ya no habrá "que tengas bonito día"
mientras regreso a casa
y el sol asciende.
dime güera como?

Crayolas


Todas las noches el ladrido de los perros entra como un eco que se esconde temeroso entre las cortinas de la luna ausente. No hay nada solo un lienzo negro frente a mis ojos. Mis dedos son crayolas con las que dibujo mis sueños. Mis manos son las manos del titiritero que mueve las tuyas acariciando mi rostro en la oscuridad. Mis ojos cerrados ven todo con tanta claridad. Tus huellas invisibles en las dunas del tiempo, que se encajan como espinas, en surcos de tierra agrietada por el sol.
Por que la realidad es un vidrio que detiene la lluvia si no estas tu. Un frio hambriento me tiende los brazos, riéndose a carcajadas de la inanición de mi alma, con la boca llena de sueños rotos.
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El contador de historias


Abrió la puerta y como siempre un ligero aroma a canela lo recibía al entrar a casa. Encendió la luz. Paseo la mirada por el comedor y la sala—Vago!!—pensó, para si. Se quito su abrigo y lo colgó en el respaldo de una silla. Camino  ala cocina, a tientas encendió la radio y giro el dial al azar. Se detuvo en una estación donde daban las noticias del día. Tomo un pocillo de peltre sobre la pequeña estufa sin horno, la lleno de agua de la llave y la puso al fuego. Tomo su taza de una pequeña alacena y la llevo a la mesa. Regreso a la cocina, tomo el café y dos terrones de azúcar y los llevo a la mesa. Giro sobre sus talones y de un cajón de la vitrina tomo un mantel de palma entretejido con cuadros color avellana y chocolate. Se quedo de pie, mirando las cosas en la mesa, miro  la sala, hacia tanto que no se sentaba en el sillón. Bebió a sorbitos su café, la luna llena entraba por la ventana de la sala y se pegaba a los muros de pintura vieja. Atreves de los muros se podían oír los ruidos de las casas contiguas. Risas de niños, pasos, puertas que se cerraban y abrían de un tirón y arrogantes llantos berrinchudos. Pero el veía las motas de café en el fondo de su taza. No necesitaba mirar alrededor para saber que no había nadie en la sala o preparando algo en la cocina, nadie subiría corriendo las escaleras ni azotaría las puertas de las recamaras intactas de arriba, sin nadie que las necesitara desde hacia tanto. De pronto en la ventana de la sala apareció un gato gris a perlado, con sus ojos de un azul cielo brillante. Lo miro fijo por unos instantes y después se deslizo con elegancia al suelo. Abrió su hocico en repetidas ocasiones, pero ningún sonido escapaba de su garganta. Era un gato mudo. —Donde anduviste?, eres un vago Humo—Le dijo. El gato se llamaba Humo, por que a veces eso parecía, una enorme bola de humo, por que no hacia ningún ruido, solo parecía flotar  de un lado a otro, hasta que se echaba en su lugar favorito. Un raido brazo del sillón. Tomo su taza vacía, la lavo con calma. Guardo todo en su lugar. Sirvió leche en un platito y croquetas en otro. Humo se desesperezo, lamio sus patas y con estas se froto la cara, bajo del sillón estirando cada parte de su cuerpo y fue directo a beber leche. El miraba a humo con una sonrisa triste en su rostro—Si al menos maullaras!!—Pensó. Apago la radio. Tomo su porta velas y lo llevo a la mesa, saco una cajita de cerillos de su abrigo y encendió las velas. De un cajón saco su vieja libreta y su pluma. Apago la luz, se sentó a la mesa y abrió su libreta.
Una casa nueva apareció ante sus ojos, los tímidos lengüetazos de las flamas de las velas, llenaban de una extraña vida todo lo que antes era vacio, hueco e inanimado. Juegos de luz y sombras se paseaban cómodos por todo el rededor. Humo de un salto ágil, subió a la mesa y se recostó como siempre frente a el enroscando su cola bajo su cuerpo. Extraños personajes, uno a uno, poco a poco, aparecían en la casa. Algunos se sentaban en la escalera, otros corrían al rededor de la mesa y unos mas brincaban en los sillones. La pluma se deslizaba por el papel como si patinara en una enorme pista de hielo. Uniendo letras en palabras, palabras en oraciones, oraciones en textos que cobraban vida en los muros de la casa como si pintara sobre ellos se formaban jardines hermosos, arboles inmensos, selvas completas llanas de animales extraños y sonidos vivos. O algunas veces era un cielo increíblemente azul, con nubes de alebrije, o cielos oscuros inundados de estrellas y planetas de colores con sus lunas de fuego, de hielo. Otras veces era la ciudad gris, enorme y miserable, donde se formaban sus calles del centro o plazuelas con sus iglesias y parques al frente, llenas de vendedores de todo tipo de mercancías.
Pero lo que mas le gustaba era cuando se pintaba el mar… el mar inmenso, imponente. Con olas enormes y una fuerza que le hacia a veces detenerse en la escritura y contemplarlo como si estuviera hipnotizado, admirando una puesta de sol o el reflejo de la luna llena en todo ese inmenso y palpitante lienzo negro. Por unos instantes al menos mientras durara la luz de las velas era el hombre mas feliz del mundo por que estaba rodeado de tantas cosas, de tantos seres que el como científico loco había dado vida. Y vaciaban su soledad en cantaros sin fondo. Cada día alguien nuevo, correteaba por la casa uniéndose a los demás. Hasta que la luz de las velas se consumía por completo. Entonces cerraba su libreta y a tientas se sentaba en su sillón. El silencio le hablaba arrullándolo. Humo se escurría entre el ultimo rayo de luz de luna se echaba en el brazo del sillón. El lo acariciaba hasta que desaparecía en la oscuridad, por que Humo también era una historia, una hermosa historia que le hacia compañía y le mitigaba la soledad, hasta que se quedaba dormido…   
VLADIMIR KUSH

viernes, 4 de junio de 2010

vudú


Hace ya algunas lunas, tú hiciste magia, mezclaste polvo de estrellas con arena de mar. Gritaste mi nombre, le diste electroshocks a mi corazón que dormía en un sueño inerte, blanco, transparente. Mencionaste conjuros con palabras extrañamente sencillas que fueron como una transfusión de luz que entro directo a mi corriente sanguínea. Un vudú mágico brillaba en tus manos. Poco a poco hiciste tanta magia en mí, que lograste darle vida a este cuerpo dormido, tendido en la cama, que muerto soñaba, un sueño con su ùnico hilo que lo mantenía. Me tomabas por horas, rehabilitabas mi alma atrofiada, la maleabas, zurcías con hilos de luz las heridas. Me jalabas del letargo, me hiciste, increíble hacerme sonreír y aun más increíble sentí mi corazón latir de nuevo. Tus palabras encontraban preguntas tu me dabas respuestas aunque te doliera la panza. Tu agua me lleno de vida todas las noches, colmabas el cántaro y lo vertías con tus labios en mis oídos. Me cubriste con ropas nuevas, me diste tu hombro para apoyar los despojos que tiraste a la basura, me respiraste sin asco, me limpiaste el lodo de los ojos, mis manos tenían calor de nuevo. Te hiciste aire, llenaste mi cuarto de tu esencia. De nuevo abrí las ventanas sin miedo. Ahora me siento todos los días esperando que vuelvas, ahora que estoy curado podrás ver como es el proceso por el que pasa un alma hasta el punto de origen. 

Corazón de cristal


  Aquella tarde empezaba a empeorar las cosas, por que ahora caía una lluvia tupida, de grandes gotas que se estrellaban violentas sobre el techo de lámina del pequeño negocio familiar. Una modesta vidriaría. Pas miraba hacia fuera, las calles desiertas. Las ventas estaban mal desde hace días y todavía tenia que pagar una hojas de vidrio que acababan de llegar por la mañana. Encendió un cigarro como si eso le trajera la calma que igual que las ventas tenia días que no tenía. El dinero no alcanzaba, más que para apenas ir sobreviviendo. Vio al pequeño Tom que jugaba en el piso, con un pequeño cortador de vidrio y unos cristales para mascara de soldador, sin prestar atención a la lluvia, al ruido ensordecedor de las gotas gordas golpeando el techo o a la preocupación echa humo de su papa.
         Había tantas cosas por pagar: Los abonos de un refrigerador, lo que le fiaban en la tienda, Tom ya no tenia zapatos, la luz, el gas, la comida, la renta. Todo se le estaba juntando y las ventas nomás no se daban. A veces pensaba en ir ya entrada la noche entre las calles rompiendo ventanas, ventanas grandes, para que fueran a su negocio a reponer los vidrios que el mismo hubiera roto, pero algo en su interior le decía que no, no podría hacerlo, pero la desesperación hacia que lo imaginara. Apretó sus manos toscas, en un puño que estrello en su mesa de trabajo. Unos vidrios que había estado cortando se deslizaron a la orilla de la mesa. Se sintió observado, volteo y alzo la cabeza mirando el fondo de la tienda, donde tenia un pequeño nicho y su interior una cajita de madera con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Sintió vergüenza de sus pensamientos y en su mente le dijo a la imagen—Tu sabes que no lo haría, pero mira lo que me pasa. ¿Qué podría estar peor?—la imagen solo le devolvía una mirada llena de bondad y tranquilidad y un corazón coronado de espinas que se encendía intermitente por un foquito rojo, en el interior de la cajita. Pensó en su mujer Luz, que estaría batallando para hacer de comer, con la pequeña cantidad de dinero que le había dejado sobre la mesa, muy temprano. Hacia tanto tiempo que no salían a dar siquiera una vuelta, tenia casi el mismo tiempo que no le compraba nada, y necesitaba tanto. Ella siempre lucia muy limpia aunque su ropa era modesta, sencilla. Casi no se pintaba, por que no necesitaba hacerlo, solo se pintaba el contorno de sus ojos y solo con eso realzaba mucho su cara bonita.
Luz anteriormente le había comentado que quería entrar a trabajar para que pudieran solventar un poco más los gastos, pero tenían a Laura y ella estaba muy chiquita todavía, además de Tomas que estaba por cumplir cinco años.
         La lluvia ya no estaba cayendo solo afuera. Ahora Pas sentía que unas gotas de lluvia se le escurrían por sus mejillas. Vio que Tom se recargaba en el dintel de la puerta, seco sus lágrimas con el dorso de su brazo—No te mojes Tomi—dijo con su voz cortada—hazte para acá, yo creo que ya pronto dejara de llover—Tom camino de espaldas hacia atrás, la lluvia del suelo se le adhirió a sus zapatos y al dar un paso tambaleante, resbalo, yéndose de espaldas al piso, al ir cayendo con un bracito quiso sujetarse de la mesa pero solo logro jalar un vidrio que Pas había estado cortando. Se corto la palma de la mano ala vez que el vidrio se le venia encima. Pas no alcanzo a detener la caída del vidrio, solo escucho el grito de Tom, de dos pasos rodeo la mesa. Tom tenía un enorme tajo en el centro del cuello, la sangre le salía en borbotones, Pas se quito la camisa y se la apretaba en el cuello, Tom lloraba. La camisa rápidamente se empapo de sangre y caía en ríos al suelo plateado por el polvo de cristal. Pas lo levanto y salio corriendo, sin importar que su negocio se quedara desierto, por suerte paso un taxi, le hizo la parada y subió rápido, Tomi lloraba. El chofer puso cara de espantado y sin que le dijera nada lo llevo a la Cruz Roja que quedaba a solo unas calles hacia adentro de la unidad. El taxista no quiso cobrarle.
         Pudieron detener la hemorragia, pero era necesario coserlo por dentro y tenia mucho riesgo había estado a milímetros de cortarse la yugular y tal vez se hubieran dañado sus cuerdas vocales y ahí no tenían el material quirúrgico que se necesitaba. Le dijeron que tenía que llevarlo a un hospital o a una clínica privada que tenia que recibir esa atención de inmediato y que debía $850.00 pesos. Pas no tenia nada, todo se había quedado en el negocio, no quería dejar al pequeño tom solo pero tenia que pagar. Salio corriendo de ahí, llego echo una sopa a la vidriaría, saco los unicos mil pesos que tenia de un bote de leche. Se dio cuenta que no traía camisa, se puso su chamarra de mezclilla, cerro el negocio y regreso a liquidar la cuenta.
         Tenía a Tom en los brazos, bajo una pequeña marquesina donde se parqueaba una vieja ambulancia. Seguía lloviendo. Solo tenia $150.00 pesos en la bolsa—Que voy a hacer con tan poco dinero—pensó. El cielo gris oscuro, se estaba volviendo negro profundo. La lluvia no paraba. Revisaba mentalmente sus probabilidades y no eran alentadoras por ningún lado. Espero un taxi a una calles quedaba una clínica privada. Solo le costo quince pesos el taxi. Con Tom en los brazos entro a la pequeña sala de espera, la poca gente que había sentada lo veía y luego dirigían su mirada al cuello de Tom. En ese momento salio una Doctora y le pregunto que había pasado con el “chiquito”, Pas le comento a la vez que lo hacían pasar a una sala pequeña o quirófano donde también había otro niño con una venda en toda su pierna derecha. Le pidieron que recostara a Tom pero que mantuviera la cabeza levantada en una bolsas que había llenas de ropa de cirujano. La Doctora le quito la gasa que tenia en el cuello le reviso la herida, Tom veía a su papa con los ojos muy abiertos. La Doctora pidió a Pas lo siguiera un momento fuera de esa sala. Una vez afuera le dijo que necesitaba una cirugía para cocer y tal vez un injerto, placas y un ultrasonido para ver si no había dañado las cuerdas vocales y tal vez hospitalización. —Y como cuanto seria de todo eso?—pregunto Pas, inseguro. —Todo mas o menos $20,000.00 pesos mas los días de hospitalización—Dijo la Doctora—Usted dígame, píenselo y enseguida estoy con usted. 20,000 pesos de donde iba a sacar esa cantidad. De donde!!!. Pensó rápidamente en sus conocidos, para encontrar quien pudiera prestarle tal cantidad, apenas vendiendo la vidriaría le alcanzaría pero quien se la querría comprar así de repente. Tom parecía que se ahogaba cada que respiraba, se estrujaba las manos, su ropita toda teñida de rojo oscuro. —No. Tengo que buscar otro sitio—Pensó. Tomo a Tomi de nuevo entre sus brazos, se disculpo con la Doctora, le dio las gracias y salio de nuevo a la lluvia. No tardo en tomar un taxi. A donde?—pregunto el chofer—Derecho, por favor. —Dijo Pas. No sabia adonde ir, veía como las gotas se escurrían por el vidrio. Con una mano peinaba a Tom sin cesar. Su mirada se perdía entre las gotas de afuera. Donde?, Donde?—Pensaba—Y ora pa´donde?—Dijo el chofer—Llevame a...ala Magdalena de las Salinas por favor.—Dijo por reflejo. Hacia años que no tenía Seguro Social, pero aunque le cobraran, quizá seria más barato. Ya no quiso pensar en costos, veía a Tom y Tom lo veía a el, con sus ojitos como ranuras. —No te vallas a dormir! Tomi. —Le dijo, mientras le acariciaba los cachetes. Pensó en Luz, que ya estaría preocupada. Nunca llegaba tarde a casa para cenar. Ya ni como avisarle. La autopista estaba vacía y casi en treinta minutos ya estaban en Vallejo. El chofer le cobro cien pesos aunque el taxímetro marcaba noventa—La propina no mi jefe, ya ve como esta el día y ahorita no cargo pasaje de regreso. —Pas le dio el billete y bajo del taxi. Afuera había dejado de llover ahora solo era una imperceptible llovizna. Mucha gente se paseaba afuera de la sala de emergencias. Algunos fumando, otros recargados en las bardas mugrosas y otros mas sentados platicando. Se dirigió a la recepción con Tom en los brazos, una Enfermera le dijo que saliera y entrara por la reja de lado derecho. En la puerta estaban dos guardias controlando el acceso—Buenas noches—Dijo Pas—Su carnet?—Dijo uno de los custodios. —Lo trae mi esposa, pero yo llegue antes. Déjeme pasar y en cuanto llegue se lo enseño; mire mi hijo viene muy mal, déjeme pasar por favor!!—Los guardias intercambiaron miradas y no lo dejaron entrar sin antes advertirle que en cuanto su esposa llegara les mostrara su carnet. —Si…si no se preocupen—dijo y entro al hospital. Se dirigió a la recepción. Varias secretarias con sus trajes verde agua, hablaban entre si sin voltear a verse, solo vistazos a sus computadoras y a unos papeles a sus costados.—Disculpe señorita—Dijo Pas en general esperando que alguna le respondiera.—Si que quiere?—Dijo una de mala gana.—Traigo a mi niño, se corto el cuello con un vidrio, y en la Cruz Roja me dijeron…--Trae su carnet?—Dijo la misma enfermera sin voltear a verlos.—No, mi esposa lo trae y no a llegado!—Tardaron varios minutos en volverle a hablar.—Bueno valla a archivo y se sabe su numero de seguro?—Si!!—Bueno pues da el numero y que le den su expediente y regresa.—Disculpe otra vez señorita.—Dijo Pas nervioso—Si yo quisiera que lo atendieran sin estar asegurado en cuanto saldría?—La Enfermera se le quedo viendo por primera ves a los ojos. La Enfermera mascaba un chicle enorme, era gorda de la cara y china oxigenada y usaba unos lentes que mas bien parecían prismáticos y le dijo—que no sabe leer ahí están los precios—Ah disculpe, no los había visto—Dijo Pas apenado como si hubiera dicho una grosería. —Bueno valla a archivo y me trae el expediente—Dijo la enfermera casi con odio en la voz. —Por donde, disculpe?—La Enfermera torció la boca y señalo con una pluma que traía en la mano hacia un pasillo a la derecha.
         A Pas ya le dolían los brazos pero tenia que llevar a Tom con la cabeza alzada, ya no sentía los hombros, le escurría el sudor por la frente y la nuca. Al llegar al archivo, estaba vació y todo apagado. Como pudo saco una moneda y toco el vidrio. Nadie!!. Al parecer ya estaba cerrado, pero no podía ser, si lo habían mandado ahí seguro tendría que haber alguien. Volvió a tocar y nada. Tal ves salio al baño o a comer—Pensó— Podría esperar, pero cuanto tiempo, Tom necesitaba que lo atendieran, la gasa que le habían puesto en la clínica estaba empapada y le goteaba la sangre por su cuello. Tom casi se estaba quedando dormido. Salio de nuevo por el pasillo, le pregunto a los custodios de la puerta. Le dijeron que tenía que tocar muy fuerte, por que luego se dormía el de archivo. Regreso sus pasos, volvió a tocar mas fuerte varias veces y nadie! Archivo estaba vació al igual que ese corredor sin puertas y sin luz. Quería sentarse y descansar sus brazos, cuando vio una lucecita al final del corredor, se encamino hacia ahí sin pensarlo. Solo era un pequeño nicho con la virgen de Guadalupe, algunas velas y a un costado de la virgen, una estampita con el Sagrado Corazón de Jesús; sin darse cuenta le estaba hablando—Ayúdame Sagrado Corazón!!, ayúdame ve a Tomas. Acuérdate lo que tú sufriste. Por favor no te lo lleves todavía, todavía tiene mucho por que vivir!!, no le arrebates la voz, te prometo que será buen muchacho, te lo prometo. Ayúdame. Que lo atiendan y que no salga tan caro, ya vez que no tengo, si tuviera no me importaría pagar pero si quieres algo de mi a cambio tómalo!! Tú tienes el poder para ayudarnos, no nos abandones!!. Unas gruesas gotas como la lluvia de la tarde se le escurrían hasta su boca dejando su amargo sabor a sal. La única respuesta era de nuevo esa mirada bondadosa. Pas camino otra vez el corredor, se detuvo frente al archivo y toco casi con desesperación, oyó ruido adentro y una luz se encendió en el fondo, de la sombras salio un muchacho, como de treinta años, con barba, vestido de blanco. —Buenas noches—Dijo Pas de inmediato.—Buenas noches.—Dijo el muchacho con una voz muy serena.—Mire, me mandaron por el expediente de mi niño, pero la verdad no tengo seguro, y esta muy mal necesito que lo atiendan, y tampoco tengo dinero para llevarlo a otro lado. Como le puedo hacer?—Decía Pas apresurado, con sus palabras inundadas por las lagrimas y la desesperación.—El joven se le quedo viendo muy raro, como escaneandolo, con los ojos pero con una mirada muy tranquila como una ola que regresa al mar. Después de unos segundos le dijo—Bien. —Tomo un pequeño trozo de papel escribió algo y le dijo—Enseñe esto y no diga nada, solo de este papel a la secretaria de recepción y atenderán al pequeño Tom.—De verdad?—Dijo Pas, asombrado.—Y cuanto seria?—No se preocupe por eso, no le costara, solo entregue ese papelito y recuerde no decir nada.—Muchas gracias.—Dijo Pas, miro a Tomi. Unas fuerzas nuevas habían entrado en él, ya no le dolían los brazos ni la espalda por tanto cargar a Tom, estaba por marcharse pero el muchacho lo llamo de nuevo. —Espera Pascual!!.—Si?.—dijo alzando la mirada. —No te preocupes, todo saldrá bien, las cosas van a mejorar desde el momento que salgas de aquí. Te lo aseguro!!.—Pas sonrió por primera vez. —Gracias. —Dijo y camino el corredor. De pronto recordó no haber dicho su nombre ni el de Tom, como es que sabia?. Regreso rápido, y encontró la sala de archivo sin rastros de haber nadie, todo apagado y en silencio. Empequeñeció los ojos. —A de tener mucho sueño. —Pensó y regreso  a la recepción extendió el pequeño trozo de papel, la secretaria hizo unos apuntes y le dijo que pasara su hijo a un cubículo. En unos segundos llego un Doctor muy amable que era el encargado de guardia, lo valoro muy minuciosamente y le dijo a Pas que no se preocupara, que el mismo lo atendería, que le quitara toda su ropita y que esperara afuera. —No se preocupe esta en buenas manos. —
         Pas camino con la ropa llena de sangre hacia fuera del hospital. Los custodios le abrieron la puerta sin decirle nada.
         Se recargo en una barda gris y sucia de tiempo. Saco un cigarro de su chamarra, lo encendió con sus cerillos. Sentía una calma tan extraña desde que había hablado con aquel joven.
Era muy raro pero sabía, tenia la certeza que todo saldría bien. Que todo se arreglaría. Pensó en su mujer, Luz. Miro su reloj eran las 12:11. Ya había dejado de llover, solo se sentía el aire frió, pero eso no importaba ahora, sabia que Tom estaría bien atendido y calientito aunque tal ves con miedo al estar solo. —Como es que sabia nuestros nombres?—Se preguntaba y por que le recordaba a alguien, como si lo hubiese visto en un sueño o en otro lado. Como si fuera alguien que no sabia como se llamaba pero que traía el nombre en la punta de la lengua, pero no, no podía recordar de donde lo conocía o en que lugar lo había visto.
         Alas nueve de la mañana abrió la puerta de su casa, con Tom dormido entre sus brazos. Luz salio a recibirlo, un poco alterada pero no mucho, quizá demasiado tranquila. Cargo al pequeño Tomi y lo llevo a acostar en su cama. —Ya llego papa, ya llego papa!!.—Gritaba la pequeña Laura dando brincos. Luz regreso. —Como esta?.—Pregunto. —Bien. —Dijo Pas, sentándose en una silla, en el comedor. —Bueno le va quedar una cicatriz, pero esta bien!!.—Cubrió su rostro con sus manos. —Te vez cansado. —Dijo luz tomándolo de los hombros. —No, no importa ya me voy a trabajar. —Dijo. —Come algo!!.—No, no tengo hambre, alo mejor al rato. La reacción de Luz lo tomo por sorpresa, pensó encontrarla muy asustada. —Oye por que estas así?.—Pregunto. —Así?, como así?.—Dijo luz, sonriendo. —Pues así, muy tranquila, yo pensé que estarías echa un nudo de nervios.—Si lo estaba!!, ayer como a las nueve, que veía que no llegaban me asuste, ya no sabia que hacer. Me tome un café, para calmarme; Laura se durmió y yo quería ir a la vidriería a ver si estabas ahí todavía, pero decidí esperar además ni modo de dejar a Laura sola. Pero ya como a las doce, me decidí a ir. Fui por mi suéter, tape bien a Laura y cuando ya estaba a punto de irme, tocaron a la puerta, pensé que eras tú!!, y de pronto, sentí mucho alivio y mucha rabia, de veras te iba a ir mal, me fije en la hora, eran las 12:11 lo recuerdo bien. Pero cuando abrí la puerta, era un joven vestido de blanco, con la barba cerrada, delgado, pero tenia unos ojos que transmitía mucha paz y me dijo, que Tomas había tenido un accidente, que tu estabas con el, pero que no me preocupara que tu estabas con el y que llegarían los dos hoy temprano. También me dijo que el vidrio que estaba roto en el piso del negocio que no lo tocaras con las manos, pero que lo despedazaras lo mas posible y lo echaras en un charco de lluvia y que todo estaría bien. Me lo dijo de una forma que yo no supe que decir, o las palabras no me salían, pero sentí tanta calma, que le creí. Como si me acariciara con sus palabras todas. Sentí un jalón en el suéter, era Laura la cargue y cuando di la vuelta el joven ya no estaba, tu crees?!! Se fue sin decir ya nada. Pas se llevo las manos atrás de la nuca, los ojos se le llenaron de lágrimas. Ahora lo sabía, sabia quien era ese joven, lo sabia, sus ojos se hicieron agua, que le purificaba por dentro. Se puso en pie, abrazo a Luz, su mujer y le dijo al oído. —Era Jesús!!., el domingo iremos al la iglesia del Sagrado Corazón De Jesús, a dar gracias!!.—Si mi amor!!.—Dijo Luz, se abrazaron, se besaron y lloraron juntos.

                                   Josi.
                                SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

La alcantarilla


La tarde se escurría por las paredes de los edificios del centro. Las sombras grises ascendían lentamente para escapar al otro lado del mundo. Gente caminaba de aquí, allá bordeando un pequeño parque enterrado en medio de la ciudad, vació de vida, lleno de árboles flacuchos donde mas tarde prostitutas recargaban sus tristezas. Grillo sentado en una mugrosa mesa de ajedrez publica, veía un punto entre el cielo y el asfalto, con su mirada hundida, perdida, sin expresión ninguna. En una mano sujetaba una bolsa de plástico llena de cemento, como si fuera un enorme flan desmenuzado hasta hacerlo una pasta pegajosa. El sentimiento del hambre, se había dormido una vez más, dando vueltas, meciéndose en su estomago hasta por fin echarse en el mismo lugar de siempre. Su pequeño brazo se levantaba en automático para llevar la bolsa a su diminuta boca, para aspirar ese olor capaz de hacerlo desintegrarse y renacer cada que llenaba sus pulmones. La gente pasaba sin siquiera notar que existía, que estaba ahí entre una de esas asquerosas mesas de ajedrez; como si les doliera  la vista el voltear a verlo. Era mucho mas lindo fingir que no existía, que no había nadie sentado ahí, que ese niño no era real.
         El viento soplaba en leves ráfagas congeladas, unas cuantas hojas vencidas por ese frió viento, caían alrededor de Grillo; haciendo un sol de hojas frías en el piso y él, en el centro, hojas secas rojas y amarillas elevaban sus llamas rodeando su cuerpo que creía calentarse en ese fuego transparente, estiro su brazo, abrió la palma de la mano, extendió sus dedos acariciando la punta de la cada flama, hasta que se dio cuenta que su bolsa estaba tirada en el piso, la miro y le sonrió. “Esa bolsa llena de oro, era su tesoro”; así le decía a Lulu, su pequeña hermana un año menor que él. “En esta bolsa hay magia. Si tienes hambre la desaparece, si tienes frió igual lo desaparece, si quieres olvidarte de casa te lleva a otro lugar y si quieres olvidarte del mundo, te deja!” Le decía cada noche cuando juntos se acurrucaban en un compartimiento secreto, de una alcantarilla del parque. Recostados sobre cajas de cartón, de huevo, de jabón. Pegaban sus cuerpecitos para darse un poco de calor, se tapaban con una vieja lona con la cara de un candidato a la presidencia, con su sonrisa radiante estampada a colores, viéndolos con su mirada ficticia, sin saberse ambos que existían, tan apartados unos de otros. Además de una pila de periódicos con los que hacían que la lona fuera como un edredón, que resultaba muy calientito para esas noches frías donde no habían tenido suerte para robar o lograr que la gente les diera una moneda y poder comprar su lata mágica. En un guacal de jitomate conservaban sus únicas pertenencias: Tres cabos de velas, un bote de cemento con una ranura a modo de alcancía, donde trataban de ahorrar para casos de verdadera emergencia, un cochecito sin llantas, una lupa con el lente estrellado, un gastado desarmador pequeño, una cajetilla de cigarros, llena de colillas a medio fumar que coleccionaban en las calles, varios encendedores, una vieja fotografía de ellos mucho mas pequeños junto a sus padres en el atrio de la Villa.
         Dayana, una prostituta de poco mas de cuarenta años, bastante bien conservada, se acerco a Grillo, le puso una bolsa de papel entre las manos y le acaricio el cabello—Anda mi Grillito, comete esa torta que te traje. Ahí mijo ayer me fue bien sabes, ya tenia días que no había tenido suerte—Grillo la oía como a través de un largo túnel, la miraba con sus ojos vidriosos, le sonrió a aquella mujer que tenia el rostro de su madre. La estrecho de la cintura, creyendo que era su mama, que había vuelto. Dayana creyó que era su forma de darle las gracias—Bueno ya, deja esa bolsa, ya esta toda seca, mejor comete tu torta y ya vete a dormir!, ya sabes como se pone aquí mas tarde, al menos no saben de tu coladera donde vives, ahí estas mas seguro, si te ven aquí los de servicios te querrán llevar como otras veces, Órale!! Grillito vallase para su coladera!!—Con trabajos Grillo se acomodo en el fondo de su pequeño refugio, se apretujo en su lona, tomo a Tita, la muñequita destartalada de su hermanita. A la pequeña Lulu, le habían explotado los pulmones dos semanas antes, mientras corrían escapando de la gente que trabajaba en servicios sociales y de salud. Debajo de un puente de pronto Lulu se detuvo quería jalar aire pero no podía, no podía respirar y se oyó como si se hubiese reventado un globo dentro de una botella y callo al piso. Grillo corrió hacia ella la abrazo le repetía su nombre como cuando quería despertarla en las mañanas pero sabia que estaba muerta…muerta, lo sabia, pero no quería quedarse solo, no eso nunca!!, le hacia tanta falta, pero sabia que no podía hacer nada por ella, se levanto apretó los puños y corrió, corrió, hasta que ya no pudo mas. Sus ojos parecían llaves abiertas hasta el fondo. Como ahora, las lagrimas hacían surcos de mugre en sus mejillas. El mar le estuvo goteando de los ojos hasta que se quedo dormido.
         El día se le estaba escurriendo y no había tenido suerte, no alcanzo bolsas de dulces para vender, fue al mercado pero nadie quiso que le cargara sus bolsas por miedo que se echara a correr sin saber que no tenia la fuerza suficiente para siquiera intentarlo, se sentía débil, cansado. Había sido una bendición la torta que había devorado en la mañana, se la había traído su mama como algunas otras veces antes. Caminaba sin rumbo dando vueltas. El sol ya estaba descendiendo en el cielo, quedaban pocos minutos de luz, cuando se sentó en una banca a un costado de la Catedral en el Zócalo. Su mirada se paseaba por toda la gente que pasaba frente a él, el olor a comida le llegaba por todas partes, le llenaba los pulmones en lugar de la panza. Saco un cigarro entero que era lo único que había encontrado ese día, espero que alguien tirara una colilla aun encendida. Exhalo una bocanada extensa de humo, como si acabara de darse la gran comilona de su vida, sus ojos se clavaron en una familia que venia caminando hacia él, el padre llevaba a un pequeño en los brazos, la mama a su lado lo llevaba tomado del brazo y en su otra mano llevaba a una niña pequeña y esta a su vez le daba la mano a un niño poco mayor que ella. De lleno un golpe se le estrello en el pecho, clarito podía ver que era el mismo con la pequeña Lulu de su mano como antes, un vació mas grande que el hambre se apodero de su estomago, la extrañaba tanto, tanto…No quería llorar, se levanto y dirigió sus pasos a su parque. Tenia que conseguir algo de dinero. Las noches estaban poniéndose cada vez mas frías y el frió era lo que menos le gustaba al igual que la lluvia. Cuando llovía tenia que replegarse en el fondo de su compartimiento para no mojarse, a veces se mojaban sus cartones y periódicos, además que pasaban mucho más ratas, que lograba ahuyentar con sus pies pero le daba miedo dormir y que quisieran comérselo!!. Adoraba los días calidos, todo le parecía mas bonito, aun su alcantarilla era a veces en verdad confortable. Se detuvo en un semáforo y entre luces verdes y rojas se puso a dar maromas. Logro conseguir para su lata mágica, y tal vez un pan y un litro de leche!!. Ya era de noche cuando entro a la tlapalería de siempre a comprar su bote, el dueño se la despacho sin siquiera mirarlo, sabia que estaba mal, pero era una venta, una venta como cualquier otra y mientras trajera para pagar a él que le importaba lo que hiciera después.
      Grillo salio feliz de la panadería, además de dos bolillos le habían regalado un trozo de pastel que ya nadie quería llevar, ya no lucia apetitoso, pero a Grillo se le hacia increíble, hacia tanto tiempo que no comía pastel. Al doblar la esquina el susto lo paralizo por unos segundos, una camioneta blanca de servicios sociales parada un poco mas allá.Gente de servicios estaban subiendo a otros niños que se habían adueñado de unas escaleras  de un viejo edificio abandonado, el cual era su fortaleza de cartón. Algunos quisieron escapar pero no lo conseguían, los agarraban como conejos y sin delicadeza los arrojaban dentro de la camioneta. Uno de los señores de servicios alzo la mirada y descubrió a Grillo parado en la esquina y echo a correr para atraparlo, Grillo reacciono y salio volando siguiendo sus pasos. En la huida choco con algo o alguien cayo al piso, el pastel se esparció en el suelo, los bolillos salieron rodando hacia la calle, su cubo de leche no resistió la caída y se derramo en un chorro constante e instantáneo, solo pudo recoger aprisa su lata y salir de nuevo a toda velocidad sin voltear a ver si lo seguían, daba vuelta en cada esquina que alcanzaba. Sin saber llego a su parque, sin pensarlo entro en su alcantarilla, se quedo quieto por minutos que le parecieron horas, jadeaba en silencio, quería hacerse invisible, sus manos temblaban aferrando su lata. Puso muchísima atención en los ruidos del exterior, hasta que lentamente la calma le lleno los pulmones. Había estado cerca esta vez, tendría mas cuidado el día siguiente, no podían capturarlo, no quería!!.
         Tomo su pequeño desarmador de su caja y con ansiedad se llevo el bote a su boca apretada, haciendo casita con las manos. Poco a poco su cuerpo se relajaba, todo dejaba de importar, el hambre de nuevo se quedaba con hambre, el frió y el miedo se le escurrían de su piel inmune ahora. Su mirada se perdió en el reflejo de la luz de la luna que lograba filtrarse por los huecos de la alcantarilla. Unas pequeñas estrellas blancas caían hasta perderse en el fondo. Una luz muy blanca descendía lentamente,
Hasta quedar frente a él. Vio a Lulu de frente, con un vestidito blanco muy bonito, su cabello peinado hacia atrás muy pegadito y limpio con un moño blanco atrapando un chonguito. Lulu le sonreía con infinita ternura en la mirada. Grillo trataba de hablar de decirle algo pero su voz no salía, Lulu se llevo un dedo a su boquita en señal de que no era necesario decir nada. Lo miraba directo a sus ojos hundidos y tristes por unos instantes, hasta que su vocecita dulce como caramelo, le dijo—Ya todo se termino Grillito, me han dejado venir por ti, sabia que te gustaría!! Adonde vamos no hay nada que te haga recordar esto que sientes ahora. Te gustara!! Hay tantas cosas lindas, de veras!!, También esta mamá, Grillo, mamá!!! Ahora solo toma mi mano y cierra los ojos, cuando despiertes estaremos juntos otra vez, juntos… Grillo cerró los ojos aun con el mar dentro y todo se desvaneció, se quedo atrás, todo atrás.
                                          Josi

La alcantarilla de Loreto Lopez Baltar